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  • Diarreas (Parte 1)
  • 31/07/2023
  • Desde Laboratorio Proyar queremos compartir con ustedes la 1º parte de un articulo exclusivo para nuestros clientes, redactado por el Dr. Jorge Alonso. Médico, MN 67.640, Director del posgrado de Fitomedicina de la U.B.A. y Presidente de la Sociedad Latinoamericana de Fitomedicina.

     

    Diarreas: Abordaje con productos naturales (Parte 1)

     

    Uno de los trastornos más frecuentes con el que el profesional médico se enfrenta en la clínica diaria es la diarrea. Sus implicaciones desde el punto de vista de la alteración funcional que produce en el ritmo evacuatorio, y sus consecuencias y complicaciones por la pérdida hidroelectrolítica, hacen que esta patología deba ser tratada lo más rápido posible.

    Definimos como diarrea a la deposición frecuente del contenido intestinal, en forma de heces líquidas o pastosas. Se puede producir por el paso rápido del contenido intestinal sin que haya absorción de agua, o por el aumento de la secreción de agua y electrolitos. Desde un punto de vista objetivo se vincula con deposiciones mayores a 200 g/24 horas ( > 10 g/kg/24 horas). Las podemos clasificar en dos grandes grupos: agudas y crónicas.

    Las diarreas agudas en general obedecen a infecciones microbianas, alteraciones de la flora por acción medicamentosa o ingesta accidental de tóxicos. En los lactantes, la etiología es a menudo viral, más raramente bacteriana, por complicaciones de infecciones extradigestivas (otitis) o por intolerancia alimenticia (lácteos por ejemplo).

    En los cuadros agudos deberá recurrirse siempre a solicitar exámenes complementarios que permitan verificar el diagnóstico exacto (disentería, amebiasis, cólera, etc.) y recurrir a los métodos de reequilibrio hidroelectrolítico para compensar pérdidas de sodio, potasio, cloro, bicarbonato, etc. que pueden causar graves consecuencias. El abordaje terapéutico debe responder primeramente a contrarrestar el factor etiológico (se emplearán antibióticos de ser necesario), restablecer la flora intestinal y equilibrar el medio interno.

    En tanto las diarreas crónicas se deben a trastornos gastrointestinales diversos (irritación del colon, carcinoma, enfermedad diverticular, post-operatorios), enfermedades hepatobiliares, alergias alimenticias, abuso de laxantes, parasitosis, etc.

    Respecto a las llamadas «diarreas del viajero» (las sufren el 20% de los turistas que llegan a países tropicales, siendo el 80% de origen bacteriano y el 20% no bacteriano), se deberá tener en cuenta lo siguiente:

    ● No consumir frutas con cáscara, verduras crudas, carnes o pescados crudos o poco cocinados, ni leche y sus derivados, que no ofrezcan las debidas garantías.
    ● En países tropicales, beber mucho líquido (bebidas embotelladas) para evitar la deshidratación. Nunca beber agua del grifo.
    ● Los refrescos comerciales presentan poco riesgo, así como las infusiones elaboradas con agua hervida.
    ● Evitar las bebidas con hielo, ya que este puede contener patógenos.

    Es importante señalar que tanto el intestino delgado como el colon absorben el 99% del líquido resultante de las secreciones del tubo digestivo y de la propia ingesta oral, lo cual se traduce en una carga total de líquidos de alrededor de 9-10 litros diarios. De este modo, aun pequeñas reducciones (1%) de la absorción intestinal de agua o aumentos de la secreción pueden incrementar lo suficiente el contenido de agua como para provocar una diarrea.

    Los mecanismos básicos por los cuales se generan las diarreas obedecen a tres factores principales: un aumento de la carga osmótica, un aumento de las secreciones de fluidos y electrolitos (como ocurre en presencia de enterotoxinas) y una disminución del tiempo o de la superficie de contacto intestinal (como se observa en las resecciones quirúrgicas). En ocasiones pueden intervenir varios mecanismos a la vez.

    Mención aparte merecen algunos fármacos de prescripción que pueden estimular directamente las secreciones intestinales como por ejemplo: quinidina, quinina, colchicina, catárquicos antraquinónicos (cáscara sagrada, sen, ruibarbo), levodopa, propanolol, aceite de ricino, prostaglandinas, cloruro de magnesio, sales de hierro, algunos antibióticos (ampicilina, eritromicina, neomicina), procinéticos (metoclopramida), y ciertos agentes de quimioterapia oncológica. Por último, también están los inhibidores de la absorción de grasas empleados en obesidad (ej. orlistat).

    Los procesos infecciosos cursan con hipersecreción líquida, y son causa de alrededor de 5 millones de muertes al año (el 80% en menores de 2 años). En los niños menores de 2 años los virus representan el 65% de las causas de diarrea (principalmente rotavirus), en tanto que las bacterias lo son del 35% de los casos (Escherichia coli, Shigella, Salmonella y Campylobacter). En cuanto a los adultos, las bacterias son las causas más frecuentes (Campylobacter). Por último, los parásitos (protozoarios) representan una minoría en ambos grupos de edad.

    El comportamiento de las bacterias no es siempre igual, ya que algunas producen enterotoxinas (p. ej., Vibrio cholerae, E. coli, Klebsiella, Proteus, Salmonella, Shigella, Enterobacter, Bacillus cereus, Staphylococcus aureus, Pseudomonas, etc.) y otras tienen un carácter más invasivo sobre el enterocito (p. ej., Salmonella, Shigella, E. coli, Yersinia enterolitica, Campylobacter jejuni, Edwardsiella, Mycobacterium ulcerans). Como vemos, algunos microorganismos comparten las dos cualidades.

     

    Continuará en segunda parte.

     

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